Despertarse en la ciudad de México con tambores afro cubanos en la cabeza. Aterrizo. Todavía llevo cantos de Orishas en el cuello, sueños de esclavos resistiendo bailando y cantando en los oidos, oraciones extrañas a Yemaya en el corazón, polvos mágicos de santería en las manos. Llevo Cuba en la piel, en los ojos, en el canto, en la sonrisa, en la voz. No lo he sentido estando alla pero este viaje me ha atravesado toda. Estuve mirando cada gesto y mirada de mi padre guiándolo en sus primeros pasos en este extraño y particular rincón olvidado de Latino América. Guianádolo, escuchándolo, queriendolo... Cuba m'a bouleversé sans que je m'en rende compte. En cada soplo, cada célula, cada risa, cada rayo, cada sabor, cada confesión, cada canción, cada trago. No he visto a que punto esto me había tocado, hasta donde. Cada viaje es un descubrimiento hacia dentro, hacia lugares desconocidos propios. Cada viaje meztisa. Y casi me lo había olvidado. Diosa del Mar afro cuban