Oaxaca

El mezcal y el re-encuentro. La amistad se sella, asi de sencillo, a veces basta un abrazo para reconocerse y sentirse companerx. He vuelto. Sentir que este cuerpo es una gran casa a donde me siento bien, a donde puedo acoger gente y sentirme feliz.
He vuelto al feminismo. Por fin, siento que si, estamos conectadas desde el cuidado entre todxs y que es un apoyo gigante en mi vida. Siento el vuelo mas firme pues sé que tengo nidos a donde companerxs me apoyan y me reciben con gusto. Siento que alli-aqui me puedo espresar, puedo subir al escenario tranquilamente y tocar, cantar, leer-me, leernos.

La fiesta empieza, la musica esta fea pero es lo que hay. Empieza el baile, el cuerpo muy seguro me sorprende por su amplitud. Miro al periodista soltar todas sus frustraciones frente a esta sociedad asesina y mientras me repite "100 000 muertos...y si contamos los feminicidios son 100 000 mas" no dejamos que el baile se nos vaya. Porque asi tambien se resiste. Dandole cana a una vida preciosa, a una vida que -sin embargo- no vale absolutamente nada.

Una vida que si, aqui en México late mas fuerte que en ninguna otra parte. Y eso a pesar de la guerra, a pesar de esos ninos fantasmas que no han dormido y ya son las 4 y esperan a que les compramos chicles y cigarillos. A pesar de esos contrastes surrealistas entre rubios pedos e indigenas fantasmas...
A pesar de todo, miro a Pablo descalzado enloquecido con la rabia que tiene por su pais. Miro a esta loca cuyas tetas gritan a este putx mundo :"Me abuurrrooooo!" y mi risa estalla, estalla.

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