Mercado de la central

Puede ser que el mercado de la central oaxaqueño sea el más grande del continente. Centenas de puestecitos pegaditos juntitos bajo el calor acumulado por debajo de  techos de plásticos improvisados ofrecen un paisages de colores y un viaje olfactivo inolvidable. No me atrevo a sacar la cámara en este sitio, no por peligro, sino porque mi presencia se nota bastante pues soy la unica güera al kilometro cuadrado.

 "Ey! güera! que buscas? Que te ofrezco?"
"Ey! guüra, por aqui! por aqui!" 

La ausencia de mestizxs y güeritxs en el mercado demuestra otra vez la violencia de las clases sociales y étnicas en México. Es decir que conocen la existencia del mercado pero tienen miedo a los pobres y a lxs indigenas  (que en este contexto es un pleonasma) asi que no se atreven a cruzar la frontera del periférico donde Oaxaca (al igual que muchas ciudades en el mundo) cambia de rostro.

La gente pobre no roba, se buscan la vida desde la madruga hasta la noche. Es la gente más trabajadora con la cual me cruze. Tienen una valentia inestimable que no les oscurce el corazón a pesar de la violencia estatal, social y política que sufren. Basta contestar a las miradas interrogativas y tímidas con una sonrisa franca para sentirse en paz con ellxs.

  Los niños mean en la calle, otros andan en bragas tirandose agua, la vendedora de fruta mira una vieja tele jugando con una antena de otro siglo. Los perros descansan bajo la sombra de coches destrozados. Los hombres me miran mucho, alzo los hombres y me dejan en paz.

El miedo, el racismo, el clasismo, el machismo estallan a este país cuyas posibilidades y riquezas son inmensas.

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