Ma p'tite vieille
Cruzar la ciudad donde naci en bici, seguir las orillas de mis rios. El Rodano y su vestido ivernal. Lugdunum: la colina del Dios Luz. Entrar en el coche de esta mujer de 73 anos con la cual me gusta trabajar y escuchar sus analisis en cuanto al mundo laboral mientras la radio nos reventa los oidos. Escuchar todas las soluciones que tiene. Entre sus dedos, por las arrugas que engastan sus ojos verdes. Subir en este coche y besarle las mejillas, acariciar su cabello de vieja paloma roja. Reirme mucho de su modo de conducir y advertirla cuando hay que cambiar de velocidad cada vez que parece que el coche esta por despegarse de la carretierra. Sonreir cada vez que deja el motor embalarse a proposito. Escucharla contarme su vida y confesarle mis suenos. Trabajar CON ella...
Estamos por cruzar el tunel de Fourvière y aqui se queda la huella de un vago que desaparecio el invierno pasado. Vivia en el umbral de una puerta metalica. Con su manta. Y lo dejaba todo muy arreglado cuando se iba a la ciudad. Alguien, dibujo su silueta en su puerta para que los automobilistas que lo veian cada dia al irse a trabajar no olviden... Cada vez que pasamos por aqui ella y yo, hablamos de él.
Hoy en este mismo lugar, Jacqueline mira hacia el cielo y me cuenta del gris. Del gris atravesado por rayos de luz y de como la estremece esta luz que vuleve nuestras pieles trasparentes y nuestros ojos muy claros. Lo miramos mientras entramos en la autopista y sé que nadie ve esta ciudad como nosotras.
Estamos por cruzar el tunel de Fourvière y aqui se queda la huella de un vago que desaparecio el invierno pasado. Vivia en el umbral de una puerta metalica. Con su manta. Y lo dejaba todo muy arreglado cuando se iba a la ciudad. Alguien, dibujo su silueta en su puerta para que los automobilistas que lo veian cada dia al irse a trabajar no olviden... Cada vez que pasamos por aqui ella y yo, hablamos de él.
Hoy en este mismo lugar, Jacqueline mira hacia el cielo y me cuenta del gris. Del gris atravesado por rayos de luz y de como la estremece esta luz que vuleve nuestras pieles trasparentes y nuestros ojos muy claros. Lo miramos mientras entramos en la autopista y sé que nadie ve esta ciudad como nosotras.
Amo imaginarte en ese periplo con tu amada viejita, que dulce, cuanta luz, qué azul. Te abarazo mientras recuerdo los ríos de los que hablas.
ResponderEliminarJe t'embrasse infiniment, mi lucecita roja ;-)
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