A R G E N T I NAAAAAAAA



 Hebe de Bonafini, titular de las Madres de Plaza de Mayo tras la muerte de Videla

Je foule le sol Argentin deux jours apres la mort de Videla... 
Les gens ici parlent comme des POETES! Ce pays me fout la chair de poule. C'est indescriptible le mélange andin de Salta avec le maquillage occidental, le temps latino américain dévore les murs coloniaux pour laisser place à la gentillesse infinie de ce peuple qui foule son histoire le coeur dans la gorge.

Piso el suelo argentino pocos dias despues de la muerte de Videla...
La gente de aqui habla como POETA! Este pais me pone la piel de gallina. La mezcla andina con su pintura occidental es indescriptible, las paredes coloniales  se desvanecen en el tiempo latino americano para dejar el paso a la infinita gentileza de esta gente que pisa la frente de su historia el corazon en la garganta.


Carta de Hebe de Bonafini:

 Murió Videla. La noticia me paralizó. Inmediatamente empecé a pensar en mis hijos ¿Cómo podía pensar en otra cosa? La cabeza me daba vueltas, quería pensar en algo y nada. Pensaba en ellos y en las torturas a las que fueron sometidos. Veía sus caras gritando, pidiéndome, llamando a todos, como hicieron todos en los momentos más terribles, cuando estaban solos, en los momentos de mayor tortura. 
Los medios me empezaron a llamar pero no tenía nada para decir. Sí sentí una gran angustia, un gran dolor que me atravesaba por todos lados. No podía pensar en otra cosa. No estaba contenta porque había muerto. No me podía poner contenta pensando en todo lo que nos había hecho. Pensé en todas las Madres, en tanto dolor, en todas las familias destruidas. Se me vino el mundo encima y cada vez que me llamaba alguien sentía más angustia, porque la mayoría de los que habían apoyado la dictadura, los diarios, sobre todo Clarín, ahora le dicen dictador, ahora le dicen genocida ¡qué vergüenza! Pero yo seguía pensando en ellos, nuestros hijos. Tanto que amaron a esta Patria, tanto que dieron por ella y yo tenía que escuchar a estos, que apoyaron la dictadura, hablar de genocida ¡cuánta hipocresía! Nuestro pueblo tiene que entender que toda esa hipocresía hizo posible que nuestros hijos fuesen señalados como terroristas cuando todos estos, que hoy se rasgan las vestiduras, miraron para otro lado. Algunos se llenaron de dinero y otro se llenaron de oprobio. 
Quise hablar pero no me salía nada. Hoy decidí escribir algo para que todos los que esperaban mi voz se enteren que pensaba. Me quedé ahogada de dolor, de angustia, bronca y tristeza pero de repente me estalló el corazón y dije: ¡Qué suerte que tuvimos hijos tan valientes! Esa es la única felicidad que me surgió al final: la valentía de nuestros hijos de dar sus vidas para que otros vivan.


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