Charlie

Ilustración porAl-Youm, Egipto. Journal Al-Masry : « Por un sarcasmo libre e independiente! »


Los últimos días en Francia han sido alucinantes, al igual que lo publicado en redes y el manejo de los medios.
Primero, la ejecución de 12 miembros del personal de la revista satírica Charlie Hebdo. De inmediato surgió la duda : “Es la extrema derecha”… El mismo pensamiento que en 2012, cuando el yihadista Mohammed Merah mató a niños judíos de una escuela privada y miembros del ejército en la calle.
¿Por qué esta duda ? Porque el 11 de septiembre norteamericano nos enseñó a dudar. Desde hace tiempo que los medios y los gobiernos no son referentes para quienes tienen un mínimo de sentido crítico. También dudamos porque duele pensar que sí pueden ser islamistas. Puede ser gente con la cual hemos crecido. Es el peor de los guiones para quienes luchamos en contra del fascismo en este país.
El Partido Socialista francés no tiene nada que ganar con que hombres armados con kalashnikovs ejecuten a periodistas galos gritando “Allah Akbar” . Desde la década sarkozysta, la derecha y la extrema derecha (cuya diferencia discursiva reside únicamente en su adhesión a la Unión Europea) disparan contra la comunidad musulmana (y contra los gitanos también, pero de eso nunca se habla…) de este país, esgrimiendo con vehemencia la teoría del “choque de civilizaciones” cada vez que se les presenta la oportunidad. La “izquierda” neoliberal que les sucedió continuó con la política “antiterrorista” de sus predecesores, y también con las guerras en África, esas que aún defienden el despojo de sus antiguas colonias, para desgracia de su electorado.
Sin embargo, el discurso cambió. Volvimos oficialmente al ideal humanista universalista republicano. La “convivencia”, la “laicidad”, la “emancipación” , la “multiculturalidad”, la “integración”, los “derechos”… Vimos a Christiane Taubira, mujer negra militante postcolonial y fiel defensora de los derechos de las minorías, convertirse en Ministra de la Justicia y arrancar en el Parlamento el matrimonio gay.
Por un lado, el Partido Socialista abandonó la injuria y el racismo desencadenado a ultranza; por el otro, continuó con la represión de los gitanos del este de europa, la defensa de súper proyectos inútiles, como el aeropuerto de Notre Dame des Landes o Sivens, y los acuerdos neoliberales con la Unión Europea.
El Frente Nacional alcanzó un 25 por ciento de los votos en las elecciones municipales de 2014. Las semillas de odio que Sarkozy lanzó a los miedos de la ciudadanía florecieron. Marine Le Pen es hija de Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional, y heredera directa de su partido xenófobo. Jean-Marie, verdugo en la guerra de Argelia, quiso continuar la guerra en Francia como mal perdedor. El Islam y los musulmanes fueron convertidos en el enemigo número uno. Los musulmanes han sido condenados a ser ciudadanos de segunda clase para siempre, pues son “bárbaros”, su integración  incompatible con los “valores” y la cultura francesa. Exiliados sin rumbo con nacionalidad francesa, indígenas en la república donde nacieron.
El Frente Nacional odia la libertad de expresión, a los gays, los negros, los árabes, los judíos, los medios, Sarkozy, la Unión Europea y, sobre todo, al Partido Socialista. Y ni hablar de los comunistas, antinomia visceral. También odiaban a Charlie Hebdo. Esa es una de las razones que me permite no tener dudas en cuanto a un posible complot orquestado desde arriba para masacrar a Charlie. Porque conforma las tesis del frente: los islamistas que hemos criado en este suelo nos odian, están en guerra contra “nosotros”; quieren matar a la república, a nuestra cultura y todo lo que implique libertad.
En diciembre, un musulmán intentó matar personas en un mercado navideño en Nantes; gritaba “Allah Akbar”. Fue arrestado. El gobierno lo calificó como un “caso aislado” , un “psicótico  que no tiene nada que ver con el islam ni los musulmanes”. Hubieron varios casos desbaratados por la policía, y siempre llegaban a la misma conclusión : “caso aislado”, “psicótico”. Acabaron todos en el manicomio. Esto provocó la ira de las derechas, que acusaron a la izquierda de esconder el peligro del islamismo, de mentirle al pueblo, prisionera de sus propios tabúes. Y parece que tenían razón: las izquierdas la cagamos, nunca quisimos llamar al islamismo por su nombre, temíamos a la islamofobia.
En Charlie Hebdo caricaturizaban ácidamente a todas las religiones. Aunque tenían una preferencia por el retrato de Marine, caricaturizaron a todos los miembros de todos los partidos políticos y todas las figuras públicas sin distinción, denunciando el racismo y el fanatismo religioso a lo largo de su historia. Fueron acusados de islamofobia, misoginia y racismo varias veces, y hasta recibieron amenazas de muerte, como aquella que les llegó después de dibujar las caricaturas del profeta Mohamed en el 2006. Vivían con guardaespaldas. Charb, uno de los caricaturista más talentosos de la revista, defendió la postura del periódico en este articulo antes de ser asesinado.
Después de la masacre el 7 de enero, Francia recibió este choque que tantos países reciben a diario en la indiferencia más abyecta. Salimos. Salimos a las calles atontados, espontáneamente. Sin consigna, sin eslogan, sin cólera, sin miedo. Salimos tambaleantes con tres palabras : Je suis Charlie.
Por la noche prendí la tele, abrí Facebook. Nuestras fotos de perfil se oscurecieron. De inmediato surgió lo habitual: el complot. Pero esta vez las críticas no venían del país. Leí los análisis post-coloniales y el alejamiento de muchos identificándose con el pasado colonial de los musulmanes franceses: “Yo no Soy Charlie”. Leí, me sentí ofendida. Me parecía alucinante que de repente se estuviera hablando de respeto a las tradiciones, de “normas”, de “civismo”, del cuidar a quiénes criticamos, todas de la pluma de gente y grupos que suelen defender una postura ultra provocante y revolucionaria hacia su propia sociedad. Y esto mencionando un falso respeto hacia las víctimas, sin ningún tipo de solidaridad. Me sentí ofendida por la ignorancia de algunas feministas post-coloniales que recortaban caricaturas deCharlie para que cuadraran con sus argumentos y acusaciones. Fuera de contexto, deshonestidad intelectual y militante. Los argumentos que utilizaban para desacreditar mi opinión se fundaban en el color de mi piel (o sea, reproduciendo clasificaciones que odian). Parece que no me puedo escapar de mis privilegios, de mi “cuerpo laico”; que identificarme con Charlie significa ser blanca, entonces racista, entonces islamófoba…
Al día siguiente de la masacre de los trabajadores del periódico, alguien le disparó a una policía municipal de 20 años, desarmada, que estaba interviniendo en un accidente de tráfico al sur de París. Murió. El tercer día, un grupo de judíos fue secuestrado en un supermercado casher por un aliado de los asesinos de Charlie; cuatro personas murieron. El secuestrador afirmó ser el asesino de la joven oficial. La policía y gendarmería especiales estaban actuando en dos frentes a la vez: los de Charlie en un lado, el del súper en el otro.
Los tres asesinos eran conocidos por los registros policiacos identificados dentro de redes islamistas de Al Qaeda Yemen, uno de ellos acababa de salir de la cárcel, parece que ha sido bien fácil encontrarlos… Salieron frente a los policías queriendo morir como mártires. Fueron asesinados también, casi al mismo tiempo. La comunidad judía traumatizada nuevamente.
Yo veía la tele indignadísima: ¿Cómo que están muertos? ¿Cómo que no va a haber justicia? ¿Cómo que no hablan de las víctimas anónimas? ¿Cómo que cierran el caso de esta manera?. Marine Le Pen posteó en Twitter la necesidad de hacer un referéndum respecto a la pena de muerte…
Me duele. Me duele porque hace años que ando/andamos defendiendo los derechos de todas las minorías en Francia. Me duele porque he crecido en un barrio popular mestizo de Lyon y me jode ver cómo los políticos y los medios nos hicieron creer que este país era un país dividido por comunitarismos étnicos cuando en realidad es un país mestizo. Me duele porque he visto cómo la rabia de algunos los orilla a convertirse al islamismo radical; amigas casadas a la fuerza en los países de sus padres y chicos de mi barrio que bajan la mirada con asco cuando se cruzan con la mía. He visto extremistas musulmanes sacar a judíos de manifestaciones de solidaridad con Gaza e integristas de las tres religiones manifestarse de la mano contra el matrimonio gay. He visto a mi amiga argelina lesbiana anarco-punk herida por árabes que intentaron estrangularla cuando estaba tomando en la calle con su chica por ser “una puta vendida a los franceses”. Me duele porque todos sabemos que el fascismo crecerá y se expresará con toda su ira después del 7 de enero del 2015.
El gobierno llamó a una manifestación nacional este domingo, en la cual participarán los jefes de los estados más poderosos del mundo y todos los partidos políticos. Hoy salimos a las calles de Marsella otra vez. Salimos una última vez, de forma autónoma, antes de que la derecha y el Frente Nacional, que se aguantaron dos días, salgan a tomar las calles. Pocos musulmanes se atrevieron a unirse, la verdad; sólo los kurdos, que se manifiestan desde meses contra los ataques del Estado Islámico en Kobane, donde tienen a los suyos.
Había gente de todas las edades, de muchas comunidades distintas. Llevaba una pancarta que decía : “Yo soy Charlie, Yo soy Ahmed [el policía que fue abatido como un perro en las afueras del periódico], Yo soy atea, Yo soy musulmana, Yo soy judía, Yo soy católica, Yo soy solidaria, Yo soy Marsella”. Denise, mi compañera de vida, mi amor, me pidió que le tradujera: “En mi país, México, matan a periodistas, estudiantes y ciudadanos a diario. Yo también soy Charlie”. Nos entrevistó el periódico local. Pudimos expresar nuestra solidaridad con las familias y nuestros miedos en cuanto a la manipulación fascista, nuestra oposición a las intervenciones militares de Francia en el Medio Oriente. Las miradas fueron hermosas, mucha gente nos sacó fotos; una señora con velo me sonrió muy bonito y un güey barbudo me miró con amor. Esto nunca me había pasado.
Nosotras venimos a manifestarnos, la gente vino a dar un homenaje. Tres palabras unánimes: “Yo Soy Charlie”. No necesito ser mexicana para decir “Yo Soy Ayotzinapa”, no necesitamos ser periodistas para decir “Yo Soy Charlie”, no necesitamos ser judíos para estar en duelo junto a la comunidad judía de Francia. Las injusticias del mundo me duelen por igual. La Humanidad me duele. Desde siempre.
Voy a seguir manifestando mi derecho a la insolencia. Voy a seguir manifestando mi solidaridad con todxs lxs que acaban en un charco de sangre sin poder defenderse aquí o allá. Me manifiesto contra los integristas de todas las religiones; los misóginos, los homófobos, los racistas, las carroñas; los presidentes de copete que hacen guerras en el mundo entero; los militares que desaparecen, violan y torturan; los narcos que desollan estudiantes; los islamistas que violan en Kobane y que asesinan en París.
Me manifesté ayer por la libertad. Me manifiesto hoy y me manifestaré mañana.

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