Sublimissime
Tú me recuerdas el prado de los soñadores, el muro que nos separa del mar, si es de noche. Tú me recuerdas, sentada, ciertos sentimientos que nunca se sabe que traen en las alas: si vivos o muertos. Me quito el rostro y lo doblo encima del pantalón. Si no he de decir tu nombre, si ajeno se esconde no quiero expresión. Suelen mis ojos tener como impresos sus sueños risueños Tú me recuerdas las calles de La Habana Vieja, la Catedral sumergida en su baño de tejas. Tú me recuerdas las cosas, no sé, las ventanas donde los cantores nocturnos cantaban amor a La Habana. Esto no es una elegía ni es un romance, ni un verso: más bien una acción de gracias, por darle a mis ansias razón para un beso, una modesta corona encontrada en la aurora. Tú me recuerdas el mundo de un adolescente, un seminiño asustado mirando a la gente, un ángel interrogado, un sueño acosado, la maldición, la blasfemia de un continente y un poco de muerte. Silvio Rodriguez, Esto no es una